En el Mineral Digital de hoy os mostraremos un precioso enclave de la costa cantábrica, la ensenada de Puerto Calderón, en Oreña, antiguo cargadero de mineral de Zinc y refugio de submarinos alemanes durante la segunda guerra mundial, hoy reconvertido en puerto pesquero/deportivo. También os hablaremos de las minas del Poyo, las cuales a pesar de encontrarse en la misma ensenada, pertenecen a la población limitrofe de Arroyo, siendo imposible acceder a ellas desde Puerto Calderón, a no ser que se haga por mar. Imagen superior: La Punta del Poyo, vista de las bocaminas desde Puerto Calderón.
La ensenada se encuentra flanqueada por dos puntas rocosas, Punta Calderón, a su izquierda y la Punta del Poyo, a su derecha. Al puerto se accede por la población de Oreña, se deja el vehiculo en la explanada superior y se baja andando, entre prados y acantilados, el camino es accesible, en algunos tramos lo encontraremos cubierto de hormigón incluso. Según bajamos divisamos el muelle, donde aún se conservan viejas vagonetas, tolvas e incluso el rudimentario tendido de cables que servía para cargar el mineral. Allí podemos observar lanchas y barcas que tienen situadas los pescadores locales, así como la reconstrucción que han hecho del antiguo espigón y muelle. Imagen superior: Punta Calderón.
Imagen superior: Espigón y muelle en Puerto Calderón.
Imagenes superiores: Restos de vagonetas e instalaciones de carga.
Imagen superior: Polea de carga.
Imagen superior: Tuberías.
Imagen superior: Reconstrucción del muelle.
El primer indicio de mineral que encontramos es Calcita, ya que Punta Calderón es un macizo calizo lleno de oquedades, en cristalizaciones pequeñas de 1 cm aproximadamente, cristales redondeados y poco definidos, entre transparentes y blancos, nada destacables ya que también aparecen en formas fosiliferas, es decir como relleno de antiguos fósiles marinos de los que aún se aprecian abundantes restos por toda la Punta.
A nuestra derecha, internandonos entre las rocas de la ensenada (con marea baja) apreciamos uno de los diapiros de yeso tan abundantes en la costa cantábrica, cuya extrusión nos muestra partes de él al descubierto, se trata de yeso fibroso embutido en limos yesiferos, sin cristalizaciones aparentes, de variado colorido, desde blanco al gris, pasando por el verde, el rosa, anaranjado y rojo. En él descubrimos pequeños jacintos (cuarzos) de apenas unos milimetros incluidos dentro del yeso, lechosos y coloreados caprichosamente por la naturaleza.
Poco más ofrece en cuanto a mineralizaciones esta zona de la ensenada, eso sí, abundantes fosilizaciones que harán las delicias de cualquier aficionado a ellos.
Tras tomar varias imagenes de la ensenada y disfrutar de un bocata en compañía de las paseantes locales que se acercaron por allí, emprendimos regreso al vehiculo para afrontar la zona minera del Poyo (también conocida como la mina de Ubiarco, a pesar de que esta población es más lejana en la costa). Para ello tuvimos que salir a la carretera general que se dirige a Santillana del Mar y coger el desvío al pequeño pueblo de Arroyo, donde antaño tuvo Asturiana de Zinc otra explotación, hoy en día cubierta y recuperada para pastos.
Atravesamos el pueblo de Arroyo en dirección norte, hacia la costa, con la secreta esperanza de que no fuera cierto lo que en algunas webs del gobierno regional viene publicado acerca de las bocaminas, es decir, que se encuentran tapiadas y enrejadas para que no se caiga ningún turista en sus abundantes simas. Dejamos el vehiculo al final del tramo asfaltado y recorrimos el kilometro de senda costera que aún faltaba a pie, hasta llegar a la cumbre de la Punta del Poyo, donde observamos la presencia de varios coches en las antiguas escombreras de la mina, luego supimos que tanto pescadores como escaladores deportivos acostumbran a visitar el lugar para practicar sus aficiones. Tras examinar lo que quedaba de las escombreras sin mucho exito, descendimos el caminuco (ojo con él por estrecho, resbaladizo y colgado sobre el acantilado) en busca de las dos bocaminas, en primer lugar visitamos la más superior, situada a unos veinte metros de altura sobre la inferior, entramos ya que nada nos impedía el paso, ni carteles, ni tapias, ni rejas, absolutamente libre, nos desilusionó un poco el hecho de que apenas era una doble galería de muy pocos metros, debieron encontrar la veta de esfalerita y cuando esta despaareció en las profundidades de la Punta decideron probar suerte más abajo. así que ni cortos ni perezosos nos encaminamos a la bocamina inferior, la cualse encontraba en las mismas condiciones, es decir, abierta y de paso libre. Allí charlamos con un pescador de la zona, quien una vez más (ya lo habían hecho las paseantes de Punta Calderón) nos contó lo del refugio de submarinos alemanes, debe ser una anecdota que los locales gustan de relatar. Imagen superior: Camino de bajada a las bocaminas.
Imagen superior: Bocamina de doble galería superior.
Imagen superior: Bocamina inferior.
Imagen superior: Pescador frente a la bocamina inferior.
Ya metidos en faena nos internamos en las profundidades de la mina (con marea baja también), detalle éste muy importante ya que esta mina se llena de agua de mar con las mareas, nunca había visitado una mina de interior con arena y algas en los suelos, se trata de una galería recta y estable, la cual se divide en pequeñas galerías y catas en su zona derecha (a la izquierda está el mar), muchas de estas últimas se encuentran a tope de basuras, plasticos, botellas, envases de embutidos, restos de velas y cirios, al tratarse de una zona cercana a la entrada se debe utilizar como refugio,picadero, botellón o vayan ustedes a a saber. Siguiendo por la galería principal ya encontramos mucha menos inmundicia y comenzamos a ver restos de picadas en las paredes, algunas muy antiguas y otras muy recientes, posiblemente de este pasado verano. Impresiona estando en el interior, el batir del mar y el ruido que este provoca a traves de los sifones y simas que comunican con la mina, un constante aviso de que en cualquier momento puede hacer su aparición el agua. Aún así continuamos avanzando, esperanzados en sacar algo positivo de la visita, cruzamos un par de grietas anchas con suelo hundido incluido, buscando las zonas de labores, a unos 200 metros de la entrada comenzamos a ver oxidaciones y carbonatos húmedos en las paredes, un colorido que no podía dejar de reflejar con la cámara.
Imagen superior: Suelo de arenas y algas.
Imagen superior: Basuras de las galerías de la entrada.
Imagen superior: Carbonatos.
Imagen superior: Algas
Imagen superior: Vetas de esfalerita.
Imagen superior: Grieta de corrimientos. Imagenes superiores: Oxidaciones.
También comenzaron a hacer su aparición pequeñas geodas de dolomía, de las cuales extrajimos alguna muestra para fotografiar más tarde y esperando nos sorprendieran con algún mineral microscopico en su interior, cosa que no fué así.
Tras comprobar algunas geodas de superior tamaño que ya habían sido picadas, y comentar el hecho de que la luz empleada para estas picadas fueran velitas de iglesia (las que van embutidas en un recipiente circular metálico pequeño) de las cuales se apreciaban abundantes restos incluso dentro de las propias geodas. Extrajimos algunas calcitas de geodas cercanas, en agrupaciones y en cubos solitarios. No apreciamos más mineralizaciones que la de la esfalerita vermicular que recorría las paredes y los abundantes carbonatos (hidrozincita) húmedos que se dejaban ver por doquier. Llegamos al final de la galería tras rebasar antiguos pozos de ventilación y galerías adyacentes, fué allí al final de las labores donde extrajimos pequeñas piezas de esfalerita cristalizada (milimetrica) y algunas calcitas más. Abandonamos la explotación, insatisfechos por no haber conseguido ninguna pieza notable para las vitrinas pero encantados con tan singular mina y tan hermoso paisaje. Reiterar a los futuros visitantes de este lugar la conveniencia de hacerlo consultando la tabla de mareas, para no llevaros sustos innecesarios, así como el extremo cuidado que debeis tener al atravesar hundimientos y simas, también es de resaltar el hecho de que algunas galerías del final se están colmatando de arena, con lo cual los techos son aún más bajos. Espero que hayais disfrutado de esta saliduca.
Saludos norteños, y picapedreros.
Texto e imagenes: Picapiedra
1 comentario:
Gracias por contar la visita y por la extensa galería de fotos.
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