Vivían en cuevas repartidas por el Monte de San Miguel y
desarrollaban su trabajo en las tres minas en activo de las inmediaciones, la
San Francisco de Blenda con ocho obreros, La Concepción con otros tantos y La
Colón, esta última la más importante, que contaba con dieciséis trabajadores.
San Antón fue, en el siglo XIX, la zona industrial de la ciudad, un lugar
apartado del ajetreo de la vida cotidiana en el que sus vecinos y sus
respectivas familias desarrollaban la propia al margen del resto. Muchos llegaban
de fuera, como muchos también se establecieron junto a sus familias en
Orihuela, vivieron y murieron. Emeterio Navarro, instigador desde hace años de
la recuperación del patrimonio industrial y medioambiental de su barrio, ha
buceado por distintos archivos, en especial por los que se mantienen en
Almadén, donde hay un horno de calcinación de cinabrio igual que el que se
erige a las faldas del monte en San Antón, y ha logrado ponerse en contacto, en
Alcázar de San Juan, con los descendientes de aquellos hombres que hicieron de
este barrio el suyo.
Este vecino relata cómo la investigación realizada permite
conocer cada vez más datos de la historia del Horno de Santa Matilde y de las
minas. En 1850 era la Sociedad Minera La Amistad la que explotaba este
complejo, pero se fue a pique porque no contaba con los medios necesarios y el
horno que tenían había quedado obsoleto, por lo que no daba abasto a tratar
todo el mineral que se extraía. La desaparición de esta sociedad hizo que se
creara una nueva, la Virgen del Carmen, con capital alicantino y oriolano, que
empezó a gestarse en 1880 y vio la luz seis años más tarde.
Sus responsables, ante la necesidad de poner en marcha un
nuevo horno se pusieron en contacto con Almadén para pedir información.
«Trajeron mineros expertos en extracción de cinabrio desde Valencia», y desde
la localidad manchega se desplazó hasta Orihuela Vicente Fernández, natural de
Alcázar de San Juan, que tenía el cometido de dirigir las obras. El horno se
hizo con los restos del anterior, ya que se aprovecharon infraestructuras y materiales
de la demolición para su construcción y se creó un almacén.
Fernández conoció a una joven oriolana y se casó con ella.
La esposa tuvo diez hijos y cuando esperaba al décimo primero sufrió un derrame
y murió cuando apenas contaba 30 años. Navarro explica que la mujer acudía cada
día a Santo Domingo a escuchar la misa de las seis de la mañana, y fue cuando
volvía por la cuesta de la mina cuando este incidente acabó con su vida. Su
marido se quedó en Orihuela y murió anciano, «de cerca de cien años». De su
prole, la mayoría de la cual se dedicó al mismo sector, unos abandonaron la
ciudad y otros se quedaron. Este último fue el caso de Manuel Fernández Devesa,
'El Tío Minero' como se le conoció en San Antón hasta que falleció, también de
viejo en este barrio y que fue el último minero de la zona.
Pero tanto él como el resto de los que trabajaban en las
tres minas en activo no pudieron hacerlo durante mucho tiempo. En 1888 se puso
en funcionamiento el horno que se levanta en la actualidad en el barrio y que está
en proceso de declararse Bien de Interés Cultural (BIC). Poco más de una década
después se tuvo que dejar de extraer cinabrio porque según los informes que
maneja Emeterio Navarro, las minas se inundaron a causa de una subida de la
capa freática y no había recursos para la evacuación de agua. Así se relata en
un documento que se manejó en 1968, cuando una sociedad asturiana de capital
holandés se interesó por recuperar la actividad minera en la ciudad.
Con los primeros años del siglo XX se clausuraron las minas
y sus trabajadores, que por aquellos entonces eran muchos, tuvieron que cambiar
de trabajo. Se reciclaron y la mayor parte de ellos pasó a dedicarse a hacer
adoquines, característicos de la zona por su color verde, en el vecino Monte
Oriolet, algunos de los cuales se han conservado hasta hace poco en lugares
como la Carretera de Hurchillo. Navarro indica que fue entonces cuando empezó a
conocerse al barrio como San Antón de la Máquina, ya que se montó lo necesario
para la creación de pórfidos y grava y cualquiera que se acercaba a la zona
escuchaba el sonido característico de estas máquinas, «de hecho hay gente aquí
que todavía tiene el apodo del 'de la máquina'.
Navarro muestra su satisfacción por haber conseguido conocer
esta parte de la historia del barrio, ayudado por la nieta de Vicente Fernández
y sus biznietos en Alcázar de San Juan, una joven cordobesa que prepara una
tesis doctoral y los propios responsables de la explotación de Almadén que
cuentan con numerosos informes del Ministerio de Industria. «Ha sido un trabajo
de recopilación de datos, hemos estado en Madrid, y ha sido una inmensa alegría
dar con la persona que vino a dirigir las obras», afirma el vecino, quien
agradece toda la colaboración que ha obtenido para conseguir conocer más datos
de la historia del horno, y con ella la del barrio.
Fuente: La Verdad.es
Texto: Pilar M. Maciá. Orihuela
Imagenes: Geocaching, Teleorihuela, y Diario Información
Enviado: Jesús Urbina. Alicante
Composición: Picapiedra
2 comentarios:
Hola,hace muy poco que supe que mi madre es nieta de manuel fernandez e hija de andrés fernandez, hay muchos descendientes en orihuela de Vicente Fernandez...
Hola Cecilia, como habrás podido leer en este articulo de hace cinco años, se rinde homenaje a la figura del último minero de San Antón, es grato saber que lo lee algún familiar después de tanto tiempo. Gracias por tu comentario, un saludo.
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