Con un sólo gramo de grafeno, se podría cubrir todo un campo de fútbol con una fina película totalmente transparente de un material prácticamente impenetrable.
Ni siquiera el diamante es más duro que este nuevo componente, descubierto por dos investigadores rusos que en 2004 recibieron el Premio Nobel de Física por su hallazgo.
Hasta entonces, el grafeno era un material unicornio, es decir, “sólo existía desde el punto de vista teórico”, explica Jesús de la Fuente, consejero delegado y socio fundador de Graphenea, una pequeña empresa vasca que, en colaboración con el Centro de Investigación en Nanotecnología de San Sebastián (CIC nanoGune), ya ha fabricado las primeras muestras de grafeno. Este mineral puede encontrarse en la naturaleza a partir del grafito (con el que se hacen los lapiceros), pero también puede sintetizarse a partir de metano y otros gases, ya que su composición básica no es otra que átomos de carbono. Las investigaciones sobre el grafeno todavía están en sus primeras fases y, aunque ya se puede fabricar, “el reto ahora es conseguir niveles altos de calidad”, apunta De la Fuente. De momento, los primeros clientes de Graphenea son laboratorios que están experimentando con este nuevo material, aunque el mercado potencial es mucho más amplio, ya que sus aplicaciones supondrán una auténtica revolución en campos como la electrónica, la industria energética o la informática. Entre las muchas características del grafeno, destaca que conduce la electricidad mejor que cualquier metal y además resiste mejor las altas temperaturas que el silicio (material base con el que se fabrican desde microprocesadores de ordenadores hasta placas solares). Su resistencia supera en 200 veces la del acero, además de ser mucho más ligero, y se presenta en una fina película transparente mil millones de veces más fina que una hoja de papel. Sin embargo, la comercialización de este material en productos cotidianos todavía depende de la velocidad a la que empresas como Graphenea sean capaces de avanzar en sus investigaciones sobre su fabricación.
El consejero delegado de la compañía vasca explica que, actualmente, tienen una capacidad de producción de 740 obleas de diez centímetros de diámetro al año. En su estado más puro, cada una puede llegar a costar hasta 15.000 euros, aunque, como en toda industria, los precios son escalables en función de la cantidad demandada. De la Fuente calcula que el grafeno será una alternativa comercial viable al silicio u otros minerales cuando el precio por oblea se sitúe en torno a los 3 euros, algo que no ocurrirá hasta dentro de entre seis y ocho años. En su fase inicial, Graphenea cuenta con una inversión inicial de tres millones de euros, además de acceso a unos laboratorios de más de 40 millones de euros (propiedad del CIC nanoGune). En 2013, la firma espera lograr un beneficio bruto de explotación positivo superior a los dos millones de euros, aunque el salto no llegará hasta 2015, cuando está previsto contar con un laboratorio propio que permita aumentar la capacidad de producción de grafeno.A finales de este año, está previsto que un fondo de capital riesgo entre en la compañía. Graphenea pone así una pica española en medio de las investigaciones sobre un material tan revolucionario como el grafeno, actualmente dominadas por estadounidenses, británicos, alemanes y coreanos.
Fuente: Expansión
Texto: S. Saiz. Madrid
Imagenes: Graphenea, Cybernano y J. Lopez.
Composición: Picapiedra
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