martes, 5 de octubre de 2010

El Padrino de las minas leonesas. Victorino Alonso alias "Don Vito".

Una semana más actualizamos el Mineral Digital, en esta ocasión un martes ya que el trabajo nos impide hacerlo antes, para comenzar una semana jugosa hemos decidido transcribir el articulo de isabel Barbadillo en el Diario ABC de este fin de semana, sobre una de las figuras más controvertidas de la minería española, el cacique leonés Victorino Alonso:

"Cuentan que un día se quedó atrapado en una de sus explotaciones con dos mineros. Con pasmosa tranquilidad, Victorino Alonso, el jefe, sacó los bocadillos que llevaba, los repartió entre los tres y dijo: «No os preocupéis, ya nos sacarán». Y los rescataron, aunque no siempre ha sido así en un sector donde los derrumbamientos y el grisú han sembrado la tragedia en demasiadas ocasiones.
«Don Vito», como le llaman cariñosamente, y también con ironía, en las comarcas leonesas del Bierzo y Laciana, en la montaña palentina y en Asturias, donde posee la mayoría de sus explotaciones, tiene fama de ser un hombre «intocable» para los alcaldes de las cuencas mineras, al margen del partido en el que militen. A Alonso, duro negociador, no se le ha resistido nadie. Pero cómo hacerlo, si prometía crear empleo o mantener los puestos de trabajo, aunque después recortara plantillas por la baja rentabilidad de las explotaciones y prejubilara a decenas de mineros.
Desde luego, de Victorino Alonso García, se habla o muy bien o muy mal. No hay medias tintas. «Educado, inteligente, gran negociador y con un gran amor a la mina», opina de él Ana Luisa Durán, alcaldesa socialista de Villablino, la capital de Laciana, donde Alonso mantiene varias explotaciones a cielo abierto, más baratas que las de interior. Pero lo que le priva a este hombre son las minas subterráneas. Le apasiona recorrer las galerías, revisar la labor de cada trabajador o reprender a un picador que no maneja la herramienta como es debido. En la mina, a la que accede en calcetines, sin botas, Alonso entierra el estrés que le produce dirigir su holding y llevar el timón de Carbunión, la patronal nacional del carbón. También en esos túneles, lloró la muerte de un hijo por un terrible accidente de tráfico que dejó paralítica a su segunda mujer.
Esa devoción por la mina la heredó de su padre, Victorino Alonso Suárez, dueño del grupo empresarial del mismo nombre. Pero decidió ir más lejos. Estudió Ingeniería Superior de Minas y comenzó la escalada hacia el poder. Amplió sus negocios con la compra de empresas en quiebra, y en 2006 se hizo con el control de Hullas del Coto Cortés, que junto a la Minero Siderúrgica configura Coto Minero Cantábrico, uno de sus buques insignia. El otro se llama Unión Minera del Norte. Ambas producen el 35% del carbón nacional y ocupan al 30% de los mineros. Aparte, el patrimonio personal, incalculable por las fincas, pisos e inmuebles que posee. Su entramado empresarial, compuesto por más de 30 sociedades, ha sido puesto en tela de juicio por políticos como el ex secretario de Estado de Energía, Nemesio Fernández-Cuesta, cuando hace trece años cuestionó en el Parlamento que presentara pérdidas por 246 millones de pesetas, con ventas de 49.399 millones y recursos propios por 10.000 millones, manteniendo el negocio en fase de «expansión». O tiene una «fe ciega» en el sector, dijo, u «obtiene beneficios por otras vías».
Las subvenciones y el fraude podrían figurar en esas «otras vías». Las sospechas se confirmaron el pasado marzo, cuando el Tribunal Supremo condenó a «Don Vito» por suministrar carbón a Unión Fenosa «de forma irregular». Carbón de baja calidad y adulterado, con exceso de escombros y en gran parte importado de países del Este, que vendía como autóctono para cobrar las ayudas.

Si los beneficios de Alonso crecían, las demandas lo hacían a un ritmo mayor. Fraude, falsificación de documentos y delitos ecológicos, entre otras muchas acusaciones. Curiosamente, una de sus primeras comparecencias en los juzgados fue por su ex mujer, María del Mar Blanco. Le acusaba de no pagar la pensión a sus dos hijas y de ocultar parte de sus bienes. Alonso se declaró insolvente.
Mientras su equipo de testaferros mantiene su fortuna a salvo, en su tiempo libre practica la caza en sus fincas de Extremadura, donde dicen que lleva tigres, leopardos y antílopes africanos. También empieza acumular premios «negros». La destrucción de uno de los yacimientos neolíticos más importantes de España en la Cueva de Chaves, en su finca de Huesca, le ha merecido el premio Atila, de Ecologistas en Acción. Y este año, en la Casa de León, el Premio Nacional de Poesía 2009, Juan Carlos Mestre, rehusó compartir un homenaje con él por sus «atentados ecológicos». Bruselas, sin embargo, le acaba de dar otro respiro al autorizar al Gobierno español la concesión de nuevas ayudas hasta 2014. Alonso es la otra cara de las subvenciones mineras.

Fuente: ABC
Texto: Isabel Barbadillo
Imagenes: ABC,La Sexta Noticias, El Temporal.
Composición: Picapiedra

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