jueves, 11 de junio de 2009

Entrevista a Gonzalo García García. Ingeniero de Minas y Ex-Director de la revista "Bocamina".

Recientemente se ha producido la dimisión de Gonzalo García como Director de la revista de mineralogía Bocamina, ante tan triste hecho, en El Mineral digital hemos querido conocer de primera mano el porqué uno de los más activos mineralogistas de este país abandona lo que ha sido su proyecto durante muchos años, algo que a nuestro entender supone una perdida irreparable en el panorama mineralogico español, el cual no está sobrado precisamente de personas con la calidad humana y de trabajo de Gonzalo. espero que tras esta entrevista aquellos que no le conociais sepais un poquito más de él, y el resto valoreis lo que sin ninguna duda es un retroceso muy importante dentro del mundillo mineral.Gonzalo García nace en Madrid en 1967. Estudia en el I.N.B. Montserrat e ingresa en la Escuela de Minas de la Universidad Politécnica de Madrid. En 1990 es fundador del Grupo Mineralogista de Madrid, asociación que preside 10 años. En 1994 se inicia la edición de la revista “Bocamina”, que dirigirá hasta abril de 2009. Tras 2 años como becario en la Universidad de Vigo regresa a Madrid y tras 6 meses como director de la revista “Canteras y Explotaciones” entra a trabajar en la empresa minera Tolsa, S.A. como responsable de explotación. En 2004 sale como expatriado a la empresa Phosphates de Thiès (Grupo Tolsa), donde es el Director de Producción. Casado desde 2004 y con un hijo de 9 años, vive en Dakar (Sénégal) pero viene a España de vacaciones dos veces al año.

¿Desde cuándo comienza su interés por coleccionar minerales?
-Desde la primera Expo-Ocio que se celebró en Madrid en 1977. Mi padre adquirió una colección de 50 minerales que costó 1.000 pesetas. Era una colección muy básica, en bolsitas de plástico, pero fue suficiente para atrapar mi curiosidad. A continuación empecé a ir al Rastro, después a la Escuela de Minas y a todas las ferias madrileñas. Recuerdo salir del convite de mi primera comunión (que también debió ser la última) y acto seguido acudir a la feria del hotel Meliá. Yo vivía en el barrio de Moratalaz y una vez, montando en bicicleta por los aledaños del cementerio, encontré unos yesos por los terraplenes que me llenaron de felicidad. Eran unos miserables trozos de espejuelo, pero los había cogido yo.

¿Cómo ha evolucionado su colección desde sus primeras piezas?
-Mi colección ha sido y es un desastre. Casi no tiene criterio. Hay cosas compradas, otras cogidas, otras regaladas, españolas y de fuera. Casi todo son cosas pequeñas y modestas. Nunca he podido ni querido gastar mucho dinero en comprar minerales. Quizá haya algunas cosas interesantes, pero en ese caso suelen ser cogidas personalmente. Valoro ante todo la estética, me gusta la belleza como a (casi) todo el mundo. Exijo en el ejemplar que sea casi perfecto, por lo que rara vez me han interesado las piezas grandes. Un especimen grande y perfecto no está dentro de mi poder o “querer” adquisitivo. Y no tengo ningun interés en comprar un cristal grande de lo que sea si no es perfecto. Sin embargo, un sector muy amplio de coleccionistas siempre se inclinan por lo gordo. El tamaño cuenta. De mi cole entran y salen piedras constantemente, de hecho creo que he regalado más de lo que he conservado. Y quiero aclarar que me gusta lo bueno, no lo pequeño. Tuve un amiguete (que ya no me habla) que me reservaba todos los años un cucurucho de especimenes rodados tamaño migaja. No es eso, tampoco he nacido imbécil.
¿Cuántas piezas contiene aproximadamente?
-No lo sé, 7.000 u 8.000 mil, pero casi todo cabe en 4 x 4. Un dia de estos me tengo que liar a poner unas etiquetas. Cada vez tengo la cabeza peor y sólo tengo la etiqueta de lo que he comprado, que no es mucho.

¿Cuál de ellas le costó más conseguir y a cuál le tiene más aprecio?
-No puedo responder a eso, tengo cientos de piezas “preferidas” que, al verlas, me transportan al momento en que las recogi. He corrido y vivido mucho por las minas.

¿Qué opina sobre las donaciones tanto de colecciones como de piezas a museos?
-Pues que es un ejercicio sumamente arriesgado. Las colecciones públicas han sido y son objeto de saqueo y pillaje, no hay garantía. Creo que hay esfuerzos individuales para ofrecer esta garantía al potencial donante pero todavía estamos lejos de disponer de un inventario riguroso e invulnerable. Me llenó de indignación comprobar, en mi segunda visita al Museo Sos Baynat de Mérida cómo habían desaparecido por ejemplo, topacios de El Berrocal. También me fueron ofrecidas a través de una “red mediadora” fotos originales de Logrosán de los fondos de Sos Baynat. Esto es un cachondeo bochornoso. Y en las colecciones privadas tampoco hay garantías. Cuando fallece su promotor, la familia puede dar un uso diverso a la colección. Y pongo un ejemplo: en la revista Bocamina n° ** iniciamos un reportaje sobre Joaquín Folch, un coleccionista notable como todo el mundo sabe. Para hacer lo que queríamos necesitábamos la colaboración de la familia. Sin embargo, el desinterés de los herederos Folch por dar forma a aquel trabajo fue tan enorme que renunciamos a continuarlo. Y de un tiempo a esta parte, veo que los ejemplares se venden por internet. No sé qué pensar. ¿Deben estar sujetas dichas donaciones a algún tipo de condición o deben ser totalmente libres de condiciones?
-Eso corresponde decidirlo al donante. Yo creo que las donaciones que se hacen en vida deben ser revocables para evitarse berrinches. Cuento mi caso, tampoco muy edificante: A principios de los 90, yo mismo decidí depositar -que no donar- mi colección al Museo de la Escuela de Minas, tras comprobar que en el corredor superior del mismo había muchísimas vitrinas vacías y que cabía habilitar nuevos metros de exposición. Incluso emitimos desde la asociación una circular a nuestros socios animando a realizar donaciones. Al cabo de los meses comprobé que nadie había hecho puñetero caso de mis piedras y un gran ejemplar de yeso de La Unión que Quico, un amigo coleccionista de Portman había donado, acabó con los cristales principales rotos por falta de cuidado. Y conociendo la mina de la que procedía (mina Balsa), puedo asegurar que el esfuerzo por sacarla a la calle debió ser titánico. Decepcionado, me llevé todo otra vez a casa. Es fácil entender que, en este contexto, preferiría vender la colección y gastarme la pasta en un viaje a Punta Cana.

¿Cuándo se incorpora al GMM?
-Bueno, más que incorporarme, asistí al parto. Tengo el carnet n° 1 de la asociación. Tuvo por origen una escisión de la Sociedad Española de Mineralogía, que empezó a cuestionar la utilidad y conveniencia de realizar las excursiones divulgativas que tan útiles y formativas fueron para tantos de nosotros. La presidenta en aquel momento, Purificación Fenoll, me dijo sin circunloquio alguno que “ella no tenía tiempo para explicar al público que la pirita son unos dados amarillos”. Vamos, que molestábamos, y en consecuencia nos fuimos. Fue una pena. Siempre he creído que el sector amateur tiene enormes aportaciones que ofrecer al sector académico, y que de una sana colaboración entre ambos los resultados pueden ser extraordinarios. En el extranjero así sucede. Lástima que, como Fenoll, haya tanto catedrático que no descienda unos peldaños para conversar con los aficionados.
¿Cómo nace “Bocamina” y con qué propósito se crea?
-Faltaba en España una revista de mineralogía con calidad gráfica. Había que poner los medios y lo hicimos. Nos pusimos en manos profesionales, aprendimos de tintas, de gramajes de papel y de fotolitos. Y asi, con el mejor envoltorio que podíamos permitirnos, nos pusimos a divulgar la mineralogía española y a la vez hacer una cerrada defensa de la industria minera, que buena falta le hacía y cada vez más le hace.

¿De qué número o artículo de la revista guarda un recuerdo especial?
-De TODOS tengo recuerdos especiales. Cada revista ha sido un parto y el bebé siempre vino de culo.

¿Por qué?
-Porque me gusta hacer las cosas bien. Y una vez concluida cada revista, mis ojos ven lo que otros no ven, fallos y deficiencias que me llenan de frustración. Llego hasta donde llego. Necesito ver el conjunto para perdonarme los errores.

¿Cree que ha conseguido el propósito inicial con la que se creó?
-Si. Pero no he podido terminarlo.
¿Algún artículo que le gustaría haber publicado y no llegó a hacerlo?
-Muchos. Me duele especialmente la Sierra Almagrera. Espero que personas con talento le dediquen la atencion que este apasionante lugar merece.

¿Cuáles han sido los obstáculos más duros de salvar en estos 15 años de publicación?
-España es un pais de envidias y mequetrefes. He pasado más tiempo discutiendo que avanzando. También tuve que torear con personajes psicológicamente complejos, afanes de protagonismo insatisfechos, poseedores de “secretitos” y gente muy celosa de “lo suyo”. Pero, sin duda, lo que más trabajo me ha costado encontrar es la constancia y la lealtad. Hay demasiada gente que sube y baja en marcha. Este tipo de colaborador no me ha resultado rentable.

¿Cree que “Bocamina” logró un nivel similar a revistas extranjeras tipo “Mineralogical Record” o “Lapis”?
-Me habla de revistas que tienen una estructura de redacción con personal fijo y remunerado. Nunca fue el caso de Bocamina y sin embargo creo que nuestro trabajo ha sido digno. ¿Qué es lo más positivo que ha extraído de este proyecto editorial?
-Mi satisfacción personal. Creo que nuestra aportación ha sido relevante.

¿Ha contado con los apoyos necesarios para desempeñar su labor a su entera satisfacción?
-No. Siempre hubo que realizar una intensa labor de lloriqueo y búsqueda de medios. Empezamos por pedir préstamos, luego lo resolvimos en parte, gracias a la financiación del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas (tuve que decir cosas muy duras para convencerles, pero finalmente Emilio Llorente se implicó conmigo) y con pesar digo que la propia Escuela ha visto a Bocamina y al GMM con cierta complacencia pero sin un compromiso suficiente. Parece mentira la frialdad con que los docentes de Mineralogía observaron nuestras actividades. Sin embargo, la incorporación de Manuel de Torres como gestor de publicidad y responsable de distribución constituyó un soporte importantísimo para la estabilidad de la publicación. Por supuesto, tampoco faltaron los listos que pusieron a caldo a Manuel. Qué guapos hubieran estado callados.

¿Cree que tras su marcha, la revista desaparecerá o seguirá editándose bajo nueva dirección?
-No tengo la menor idea. En su momento hubo tipos interesados en sentarse en mi silla. Ahora es la ocasión. Sólo puedo afirmar que, si sigue, no creo que sea la misma, porque la Bocamina que yo he dirigido tiene una personalidad y muchos de los pies de foto que redacté son como puñetazos en la mesa. Quién sabe, igual se abre una etapa más brillante.
¿Cómo definiría el estado actual de la mineralogía española?
-Complicado pero en ebullición. Hay un número creciente de blogs y redes de internet que ayudan a compartir y ponen a nuestra disposición recursos formidables.

¿Qué opina sobre los intentos de asociaciones como la AMYP para la creación de una federación de grupos, asociaciones, museos y particulares?
-Loables. Pero España no se caracteriza por el fomento de la colectividad. Al contrario, vivimos una aburridísima reivindicación de la singularidad, con libros que se escriben en catalán o en gallego o en otras lenguas de ridículo alcance pese a las imposiciones nacionalistas. Yo creo que así no iremos a ninguna parte. O peor, conseguiremos que la información no circule en esa torre de babel porque en la actual Unión Europea hay 500 lenguas y, como no hagamos pronto un esfuerzo por utilizar sólo 2 o 3, esto va camino del despelote. Y soy de los que opinan que el español debe ser la segunda. Yo personalmente estoy dispuesto a adquirir libros y revistas en inglés o francés, que son lenguas del mundo, pero encuentro un perfecto desatino publicar una obra sobre unas minas catalanas en otra lengua que no sea el español, a menos que el autor renuncie expresamente a dejar fuera a 500 millones de posibles lectores para dirigirse a sólo a 6 (suponiendo que el catalán se habla también en Valencia y Baleares, sobre lo cual los nativos de esos territorios tienen algo que decir…). Lo encuentro de tontos y además es un negocio ruinoso, sino fuera por las subvenciones de las que disfrutan.
¿Está a favor de una hipotética regulación de la recogida de minerales?
-Bajo ningún concepto. Eso como criterio general. Ahora bien, si existe algún caso particular en que puedan lesionarse derechos de terceros, habrá que negociar.

¿Qué opina de la prohibición de recogida de éstos en parques naturales y espacios protegidos?
-Que es un atropello al sentido común. Me considero un amante de la Naturaleza y me parece que la recogida de minerales con medios manuales en sus afloramientos es una actividad compatible con una adecuada conservación del paraje. El coleccionista medio no lleva una retroexcavadora en el maletero y si es una persona decente y educada evitará arrojar desperdicios o causar molestias. Si no lo hace, dañará el entorno, pero no en su calidad de coleccionista o buscador, sino simplemente porque es un marrano. A esos tipos, mano dura.
¿Y en instalaciones privadas, ya sean minas o canteras?
-Se requiere autorización del explotador porque un eventual accidente le complicaría la vida. Ni apoyo ni animo a nadie a saltarse ese trámite aunque confieso que yo mismo lo he violado numerosas veces. Una vez en las minas de uranio de don Benito, el guarda nos dijo que, sin permiso, no podíamos entrar a la corta, como es lo normal. Pero entramos y nos pillaron cuando estábamos en el fondo de la cantera envolviendo unas magníficas autunitas. El pobre hombre nos dijo que “ya serán ustedes de la universidad, pero tienen muy poca vergüenza”. Tenía razón, le dimos el DNI y anotó la matricula del coche, pero no hubo consecuencias. Que me perdone aquel hombre.

¿Cree que España puede alcanzar los niveles de coleccionismo, ferias y exposiciones tanto europeas como americanas?
-Como hipótesis vale, pero considero que aún queda mucho camino por recorrer. Ni hay la misma renta ni tenemos la misma clase. Creo que nuestro bagaje es aún muy modesto.

¿Cuál puede ser, si lo hay, a su juicio, el impedimento principal para conseguirlo?
-Bueno, insisto en señalar como mal de la Patria el destructivo carácter ibérico.
¿Cree que hay suficientes publicaciones, libros, boletines o revistas en nuestro país?
-Sí. Aún en el caso de que nadie asuma el relevo para Bocamina, creo que hay un número satisfactorio de iniciativas que aceleran como nunca ha sido posible el flujo de información. Y creo que la cosa no ha hecho más que empezar.

¿Cree que Internet ha supuesto un avance para la mineralogía española?
-Eso es una certeza matemática. Aproxima a las personas y favorece la transmisión de información en todas las direcciones. Sólo hay que cribar las fuentes.

¿Es cierto que su dimisión como director de “Bocamina” tiene que ver con que prepara un nuevo proyecto personal?
-No. Mi proyecto personal es descansar, entregarme íntegramente a la familia y al ocio durante mi tiempo libre, que tampoco es ilimitado. Ocuparme de la revista me ha hecho desatender amigos y personas de mi entorno. Esta nueva etapa será más justa para ellos.
¿Cuáles han sido las razones de su dimisión?
-La decepción y el cansancio. Póngalas en el orden que quiera. Sí, estoy cansado, son 15 años tirando como un rucio. Los que han tenido ocasión de trabajar conmigo saben que soy muy exigente y tengo un acusado sentido del compromiso. A mi no me dan igual las cosas y en todo lo que hago procuro poner todo mi empeño. Y al que se compromete conmigo le exijo cumplimiento. Me enervan las personas volátiles, dubitativas y flojas. Y sí, estoy decepcionado. Tras comunicar mi marcha, sólo se han dirigido a mí unas 30 personas, en general amigos para animar, felicitar o pedirme que reconsiderase la decisión. Ni la asociación ni la Escuela han reaccionado. Esperaba de Benjamín Calvo un gesto, un breve e-mail por ejemplo. Esperaba que el GMM debatiese una propuesta que realicé para salvar la revista, en la que solicitaba un gestor en Madrid y un asesor fiscal para ayudar con las cuentas, entre otras cosas. Esperaba ayuda pero no la hubo. E interpreté ese silencio como una ausencia de interés.

¿Volverá algún día al mundo editorial?
-Si recibo una propuesta que me ilusione puedo poner en pie cualquier cosa, pero no será a corto plazo. ¿Desea despedirse de alguien en especial, ya sean colaboradores, patrocinadores, lectores o mineralogistas?
-A todos, nuevamente, gracias.

Gracias a ti Gonzalo, por tu esfuerzo y dedicación durante todos estos años, también por tu amabilidad concedendonos esta entrevista, esperamos que vuelvas algún día con energías renovadas y todo el apoyo que mereces.


Texto: Gonzalo García y Picapiedra.
Imagenes cedidas por Gonzalo García.

5 comentarios:

Rodrigo Fresco dijo...

Hola Pablo, solo decirte que el comentario que hace Gonzalo acerca de las donaciones tiene toda la razón. Aqui en Ribeira vivía el hijo del Dr Viqueira ( la persona que donó o vendió su coleccion al museo de la Universidad de Santiago de Compostela), este último murió hace unos años y segun tengo entendido tenía una coleccion impresionante como su padre, se la dejó a su hijo que recientemente falleció. Su madre optó por donarsela al Ayuntamiento para que se expusiese en un museo que estan restaurando. De momento no se cuando lo inauguran pero esperemos que no pase como en la mayoría de los museos (se pudra en los sótanos).

Por lo demás decirle a Gonzalo que es una pena que deje la revista y que sin el no volverá a ser la misma, pero es su decisión y hay que respetarsela.

Rafael Fernández Rubio dijo...

Gonzalo, con sus "defectos", ha hecho una labo encomiable (y me temo que irrepetible). Tal vez lo ha hecho gracias a sus "defectos", que pueden ser virtudes.
No puedo por menos que expresarle una profunda gratitud por ese Bocamina que, especialmente, cuando lo he regalado fuera de España, ha sorprendido y admirado.
Ojala encontrase una especie mineral nueva para bautizarla como la "Garciíta" in honorem.
Un abrazo
Rafael Fernández Rubio. Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente. Dr. Ingeniero de Minas.

NitAna2000 dijo...

Hola Pablo.

Lo difícil no es andar un camino, lo realmente duro es construirlo... nadie mejor lo sabe, que quien con su empeño, esfuerzo, dedicación y cariño a luchado durante años por que cada "piedra" tuviera su paisaje, su herramienta, su historia... su lugar.
Queremos desde aquí, mostrar nuestro más sincero agradecimiento a Gonzalo (a quien no tenemos el placer de conocer en persona) y desearle mucha suerte en todo.
Un cordial saludo. Juan de L. y Ana C.

Picapiedra dijo...

Un saludo, parece que por razones técnicas nuestro compañero Jose Luis Otero no ha visto publicado su comentario acerca de esta entrevista, copio y pego su mensaje:

"Te felicito por la entrevista a Gonzalo por su oportunidad y porque es, en mi opinión, una de las personas que mas ha hecho por la mineralogía y el coleccionismo.
Sigue con esa calidad de Blog.
Un abrazo
Jose Luis Otero"

Gracias a todos por apoyar a Gonzalo en un momento como este, a pesar de que sólamente figuren cuatro personas comentando la entrevista en este blog, debo decir que han sido casi cuatrocientos los lectores de la misma en un solo día, superando la media habitual de doscientos cincuenta. Un saludo y gracias por estar ahí.
Pablo

Unknown dijo...

No tenemos ni idea de mineralogía pero sabemos de los esfuerzos realizados por Gonzalo para sacar cada número de la revista. Ha sido una suerte haberte conocido y haber aportado nuestro granito de arena. M&M (a ver cuando visitamos juntos las minas del Cabo de Gata)

 
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