jueves, 4 de junio de 2009

Mina de Alquife. Granada. Andalucía.

El color rojizo aún perdura en la llanura del Marquesado del Zenete, en la vertiente norte de Sierra Nevada, donde se conserva parte del patrimonio industrial de la mina de Alquife (Granada), la única explotación de hierro a cielo abierto de Europa. Cerró en 1996 y la comarca, una de las más deprimidas de Andalucía, no logra recuperar su energía. Tolvas vacías, la cantera inundada de agua y casas expoliadas son testigos mudos de una actividad que congregó a más de medio millar de personas en el conocido como barrio de Los Pozos.

No han sido pocos los intentos por revitalizar la explotación y posteriormente el legado que deja, pero discrepancias entre la Administración, propietarios, mineros y autoridades locales han hecho fracasar cualquier atisbo de esperanza. El pasado año, tres sociedades de Luxemburgo compraron, a un precio "confidencial", según dicen, las cerca de 900 hectáreas de terreno de la mina a su anterior propietario.

La concesión del subsuelo pertenece a antiguos mineros, pero resucitar la cantera es prácticamente imposible. Un complejo turístico y cultural se plantea como alternativa. Los municipios de Alquife, Aldeire y Lanteira, a los que pertenecen los terrenos, lo apoyan. Y la Junta, que no se opone, ultima la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). El proyecto, por tanto, tendrá que respetar la protección.

Es difícil imaginar en esas casas abandonadas la convivencia pacífica y afectiva que, relata Manuel Rodríguez, ingeniero técnico jubilado, llenó de vida la barriada. Su mujer, Julia Ramírez, que nació en Argelia pero llegó al poblado con cuatro años de la mano de su padre, jefe de mantenimiento de la mina, también guarda en su memoria buenos recuerdos. "Es una pena su estado actual, es un sitio precioso", afirma.
Ambos viven actualmente en la capital granadina, pero se conocieron y casaron en Alquife, en el poblado que se levantó en los años cincuenta, donde tuvieron a sus dos hijas. Su esperanza, como la de muchos otros, es poder ver la zona envuelta en la frenética actividad que tuvo la mina en funcionamiento. "Había piscina, cine de verano y de invierno e incluso una discoteca junto al club de obreros". Ninguna de esas ofertas tenían los pueblos de la comarca. "Había que ir a Granada para encontrarlas", recuerda Rodríguez.

La intención, asegura el representante de la gestora suiza Property Development A. G., Hinnerk Fauteck, es hacer un gran complejo que sea "ejemplo" en otras zonas. "Una inversión estimada de 150 millones de euros en tiempos de crisis para revitalizar la comarca, un complejo turístico y cultural que permita dar a conocer la historia de la mina, con rutas, y oferte conjuntamente otras alternativas". La previsión es crear un millar de puestos de empleo.
Claramente dividido por clases, ingenieros y obreros, el barrio mantiene, aunque decadente, parte de su esencia. Sólo el viento -está situado a 1.150 metros de altura- domina la barriada y rompe el silencio que en su día ocultaba el chirriar del tren en sus maniobras, el estruendo de los barrenos, el ruido del mineral al caer en las tolvas y el bullicio de unos niños que hoy, ya mayores, anhelan ver el resurgir de lo que fue una explotación a cielo abierto modelo en el mundo entero.




Texto: Valmé Cortes.
Imagen: Picapiedra
Enviado: Jaime L. S.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Picapiedra. Me propuse hacer una reseña de las goethitas de Tordelrábano y voy muy retrasado, cuando la acabe te la mando. Enhorabuena por el blog, me resultó muy familiar la anterior entrada de Navajún. Cuando yo fui era algo parecido. Un saludo!
Guzmán

Picapiedra dijo...

Hola Guzmán, se agradecerá esa reseña cuando la tengas. Navajún debe llevar un sistema similar siempre, sobre todo las zonas donde picar. Un saludazo majo.
Pablo

 
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