La regeneración de las antiguas canteras, minas o espacios afectados por las grandes infraestructuras evitaría la liberación a la atmósfera de todo el dióxido de carbono que se emite en Galicia. ¿Cómo? Mediante la cubierta de los espacios degradados con suelo creado a partir de residuos, que presenta una gran capacidad para estabilizar la materia orgánica que retiene el carbono en la tierra. Son los llamados tecnosoles, una tecnología ya conocida pero que ha perfeccionado el equipo de Edafología de la Universidade de Santiago dirigido por el catedrático Felipe Macías.
Foto superior: Pirita de Touro.
Es, incluso, una alternativa más propicia para Galicia que el enterramiento del CO2 en almacenes geológicos como estrategia para luchar contra el cambio climático.
Los investigadores gallegos han estudiado los mecanismos de estabilización de la materia orgánica en más de 40 tipos de suelos distintos de todo el mundo, entre ellos varios gallegos, y, a partir de este modelo natural, han creado otros tantos suelos derivados de residuos diferentes con las mismas propiedades que los originales. «Podemos hacer el terreno que queramos y adaptarlo en función de las necesidades que tengamos», explica Macías Vázquez.
La táctica pasa por recuperar con tecnosoles los espacios degradados, los afectados por la erosión que han perdido su capacidad de sumidero de dióxido de carbono o aquellos en los que ya no existe cobertura vegetal. «No podemos perder ni un centímetro de suelo, debemos protegerlo contra la erosión porque cada día que lo perdemos estamos produciendo carbono que se libera en forma de dióxido de carbono a la atmósfera». Los datos aportados por el propio equipo de investigadores referidos a Galicia así lo avalan: en un solo centímetro de profundidad repartido en una superficie de una hectárea se almacenan entre 4 y 8 toneladas de carbono. De media, cada hectárea retiene 205 toneladas de carbono, por lo que si se tiene en cuenta la superficie de la comunidad, la capacidad de absorción de su suelo se sitúa en más de seis mil millones de toneladas, lo que traducido a dióxido de carbono que se evita liberar a la atmósfera da una cifra superior a las 20.000 millones de toneladas. 
Los investigadores gallegos han estudiado los mecanismos de estabilización de la materia orgánica en más de 40 tipos de suelos distintos de todo el mundo, entre ellos varios gallegos, y, a partir de este modelo natural, han creado otros tantos suelos derivados de residuos diferentes con las mismas propiedades que los originales. «Podemos hacer el terreno que queramos y adaptarlo en función de las necesidades que tengamos», explica Macías Vázquez.
La táctica pasa por recuperar con tecnosoles los espacios degradados, los afectados por la erosión que han perdido su capacidad de sumidero de dióxido de carbono o aquellos en los que ya no existe cobertura vegetal. «No podemos perder ni un centímetro de suelo, debemos protegerlo contra la erosión porque cada día que lo perdemos estamos produciendo carbono que se libera en forma de dióxido de carbono a la atmósfera». Los datos aportados por el propio equipo de investigadores referidos a Galicia así lo avalan: en un solo centímetro de profundidad repartido en una superficie de una hectárea se almacenan entre 4 y 8 toneladas de carbono. De media, cada hectárea retiene 205 toneladas de carbono, por lo que si se tiene en cuenta la superficie de la comunidad, la capacidad de absorción de su suelo se sitúa en más de seis mil millones de toneladas, lo que traducido a dióxido de carbono que se evita liberar a la atmósfera da una cifra superior a las 20.000 millones de toneladas. 
Foto superior: Marcasita de Touro.
Solo un dato para comprender la magnitud de las cifras: la industria gallega emite poco más de doce millones de toneladas de CO2 al año. Bastaría, por tanto, con rellenar con aerosoles antiguas canteras, minas y obras de infraestructuras para compensar las emisiones que Galicia emite a la atmósfera.
Foto superior: Andalucita de Touro. Carlos J. Rodriguez
Foto superior: Andalucita de Touro. Carlos J. RodriguezEl tecnosol es un derivado de residuos, pero no es compost. Más bien es un humus creado a partir de la mezcla de residuos orgánicos fermentados con basura inorgánica, de la que se aprovecha de sus cationes metálicos y superficies minerales para estabilizar el conjunto de la materia orgánica. Como pegamento se utilizan cenizas volcánicas, aunque también tienen unas propiedades parecidas las cenizas de combustión de la biomasa. Los lodos de depuradora, cenizas de combustión, residuos agroalimentarios o de la producción de mejillón son los más adecuados para la fabricación de tecnosoles. «Con los residuos urbanos también se podría hacer, pero habría que mejorar mucho los sistemas de selección del material», apunta el catedrático Felipe Macías.
Para más información sobre las técnicas empleadas:
Texto: R.Romar
Fuente: La Voz de Galicia.
Imagenes: USC. Miguel Villar y Carlos J. Rodriguez
Enviado: Carlos J. Rodriguez
Composición: Picapiedra




Pronto vislumbramos las primeras señales de ellas, pequeñas piezas de cuarzo salpicadas de verde malaquita, para a continuación descubrirlas tapadas por la maleza y una abundantisima capa de hojas de roble y humus del bosque. Tras apartar algunos helechos y retirar parte de la capa de hojas, extrajimos alguna piezuca de cuarzo con salpicaduras, viendo que la escombrera nos iba a ofrecer bien poquito, ascendimos la ladera perseguidos por un ejercito de moscas. A media ladera encontramos los primeros vestigios de minería, pequeñas zanjas y grutas naturales que habían sido excavadas, nos introdujimos en varias de estas oquedades, las cuales resultaron ser decepcionantemente cortas, unas porque eran simples catas, otras por derrumbes que impedían la progresión.
Las más prometedoras fueron quizás las bocaminas principales, las cuales se dividían en dos galerías simultáneas, estas también se hallaban obstruidas por derrumbamientos que no pudimos salvar.
Tras comprobar toda la zona y al no encontrar lugares de paso más al interior, decidimos picar en las galerías que ya habíamos comprobado habían sido recientemente picadas, las vetas de cuarzo, muy abundantes no nos ofrecieron la oportunidad de extraer alguna pieza significativa de este mineral, pequeñas puntas poco significativas, muchas de las cuales se disgregaban al sentir el golpe del puntero, bajo ellas una veta de calcopirita más o menos alterada según las zonas, la cual rezumaba malaquita, difícil la obtención de cristales aciculares que superaran el medio centímetro, encontrando abundantes cristalillos en microgeodas.



Alguna pequeña bola azul de malaquita sobre cuarzo, y este mismo mineral en haces sobre calcita espática recubierta de una fina capa de cuarzo. La azurita apenas pintando alguna muestra, no dio señales de vida en toda la tarde. También algo de smithsonita que desechamos por su pequeñísimo tamaño y algunos aragonitos poco estéticos procedentes de una colada en una cavidad cercana.






En total visitamos unas cinco cavidades aparte de la bocamina principal sin encontrar nada digno de mención. Una explotación menor que ya ha sido visitada y de la cual apenas quedan restos mineralógicos interesantes. Lo mejor, el lugar donde se sitúa, un extenso robledal junto al pantano, un sitio al que sin ninguna duda volveremos para pasar una jornada de campo y baño, totalmente recomendable, por sus paisajes y el entorno donde se encuentra.

Texto y Fotografías: Picapiedra







Un postrero regalo que nos ha ofrecido esta extinta cantera, el cual podéis observar en estas imágenes que acompañan. También podeis observar la fluorescencia azul que despiden las piezas de ámbar bajo luz UV-OL. 


Para este año está prevista la construcción de las instalaciones, un auditórium, pabellones, barracones y un largo etc. de construcciones que harán imposible nuevas visitas de maza y cincel, ya que las obras estarán vigiladas por guardas que impedirán el acceso. Es esta por tanto una de las últimas extracciones que realizaremos en este yacimiento, el cual ha sido para nosotros escuela y maestro a la vez, amén de habernos ofrecido algunos de los atardeceres más bellos de la costa cantábrica




