Foto superior: Pirita de Touro.
Es, incluso, una alternativa más propicia para Galicia que el enterramiento del CO2 en almacenes geológicos como estrategia para luchar contra el cambio climático.
Los investigadores gallegos han estudiado los mecanismos de estabilización de la materia orgánica en más de 40 tipos de suelos distintos de todo el mundo, entre ellos varios gallegos, y, a partir de este modelo natural, han creado otros tantos suelos derivados de residuos diferentes con las mismas propiedades que los originales. «Podemos hacer el terreno que queramos y adaptarlo en función de las necesidades que tengamos», explica Macías Vázquez. La táctica pasa por recuperar con tecnosoles los espacios degradados, los afectados por la erosión que han perdido su capacidad de sumidero de dióxido de carbono o aquellos en los que ya no existe cobertura vegetal. «No podemos perder ni un centímetro de suelo, debemos protegerlo contra la erosión porque cada día que lo perdemos estamos produciendo carbono que se libera en forma de dióxido de carbono a la atmósfera». Los datos aportados por el propio equipo de investigadores referidos a Galicia así lo avalan: en un solo centímetro de profundidad repartido en una superficie de una hectárea se almacenan entre 4 y 8 toneladas de carbono. De media, cada hectárea retiene 205 toneladas de carbono, por lo que si se tiene en cuenta la superficie de la comunidad, la capacidad de absorción de su suelo se sitúa en más de seis mil millones de toneladas, lo que traducido a dióxido de carbono que se evita liberar a la atmósfera da una cifra superior a las 20.000 millones de toneladas.
Los investigadores gallegos han estudiado los mecanismos de estabilización de la materia orgánica en más de 40 tipos de suelos distintos de todo el mundo, entre ellos varios gallegos, y, a partir de este modelo natural, han creado otros tantos suelos derivados de residuos diferentes con las mismas propiedades que los originales. «Podemos hacer el terreno que queramos y adaptarlo en función de las necesidades que tengamos», explica Macías Vázquez. La táctica pasa por recuperar con tecnosoles los espacios degradados, los afectados por la erosión que han perdido su capacidad de sumidero de dióxido de carbono o aquellos en los que ya no existe cobertura vegetal. «No podemos perder ni un centímetro de suelo, debemos protegerlo contra la erosión porque cada día que lo perdemos estamos produciendo carbono que se libera en forma de dióxido de carbono a la atmósfera». Los datos aportados por el propio equipo de investigadores referidos a Galicia así lo avalan: en un solo centímetro de profundidad repartido en una superficie de una hectárea se almacenan entre 4 y 8 toneladas de carbono. De media, cada hectárea retiene 205 toneladas de carbono, por lo que si se tiene en cuenta la superficie de la comunidad, la capacidad de absorción de su suelo se sitúa en más de seis mil millones de toneladas, lo que traducido a dióxido de carbono que se evita liberar a la atmósfera da una cifra superior a las 20.000 millones de toneladas.
Foto superior: Marcasita de Touro.
Solo un dato para comprender la magnitud de las cifras: la industria gallega emite poco más de doce millones de toneladas de CO2 al año. Bastaría, por tanto, con rellenar con aerosoles antiguas canteras, minas y obras de infraestructuras para compensar las emisiones que Galicia emite a la atmósfera. Foto superior: Andalucita de Touro. Carlos J. Rodriguez
El tecnosol es un derivado de residuos, pero no es compost. Más bien es un humus creado a partir de la mezcla de residuos orgánicos fermentados con basura inorgánica, de la que se aprovecha de sus cationes metálicos y superficies minerales para estabilizar el conjunto de la materia orgánica. Como pegamento se utilizan cenizas volcánicas, aunque también tienen unas propiedades parecidas las cenizas de combustión de la biomasa. Los lodos de depuradora, cenizas de combustión, residuos agroalimentarios o de la producción de mejillón son los más adecuados para la fabricación de tecnosoles. «Con los residuos urbanos también se podría hacer, pero habría que mejorar mucho los sistemas de selección del material», apunta el catedrático Felipe Macías.
Para más información sobre las técnicas empleadas:
Texto: R.Romar
Fuente: La Voz de Galicia.
Imagenes: USC. Miguel Villar y Carlos J. Rodriguez
Enviado: Carlos J. Rodriguez
Composición: Picapiedra